
Primeramente, debemos saber que el Bondage consiste en la práctica de atar o restringir a otra persona para recibir un estímulo erótico. Podemos practicar bondage de distintas maneras: con cuerdas, esposas, ataduras de cuero, correas, cadenas o cinta adhesiva. Teniendo esto en cuenta, el selfbondage no es más que la misma práctica restrictiva y erótica, pero autoaplicada.
En español, este concepto se conoce como auto-esclavitud y se caracteriza por sus altos niveles de creatividad, ingenio y experimentación. En su búsqueda por hacerlo más entretenido, algunas personas añaden grilletes, vendas para los ojos, cera de velas… En fin, las posibilidades son infinitas. No obstante, es necesario recalcar que, para poder llevar a cabo esta práctica, se requiere de un mecanismo de liberación confiable (especialmente si nos sujetamos las manos).
Autoexploración y rito de iniciación

La auto-esclavitud resulta tentadora para muchos por el juego que supone: en este caso, atador y atado son la misma persona. A nivel psicológico, esta experiencia permite nuevas formas de placer y autoconocimiento sin necesidad de involucrar a otros. Podría decirse que es una manera avanzada y “alternativa” de experimentar la masturbación, aunque el selfbondage no necesariamente requiera de contacto genital.
Como dato curioso, muchas personas se inician en el BDSM a través de esta experiencia autoerótica. Sin embargo, no es fácil encontrar información en internet (si bien es una categoría muy buscada en el mundo de la pornografía). Pareciera que esta práctica queda relegada a un segundo plano y no se le da la importancia que merece.
Sucede lo mismo cuando hablamos, en líneas generales, sobre la masturbación: culturalmente se suele percibir como un “peor es nada”, un “premio de consolación” para los solitarios… Pero esto no es verdad. La autoexploración es maravillosa y necesaria. Forma parte de nuestra sexualidad y es nuestro deber fomentarla. Eso sí; siempre tomando las precauciones necesarias y actuando con responsabilidad.
Precaución y seguridad en el selfbondage
Si ya de por sí las prácticas sexuales alternativas requieren de mucha responsabilidad y buen juicio, el selfbondage requiere de mayor precaución. En caso de presentarse alguna dificultad, probablemente debes resolverla por tu cuenta (al menos de que tengas a alguien de absoluta confianza a quien le puedas solicitar ayuda).
Es por ello que, si la planificación ya es usual en las prácticas BDSM, en este caso debe convertirse en tu mejor aliada. Debemos mencionar que el selfbondage es considerado como una práctica de riesgo, así que, por favor, ten mucho juicio al momento de disfrutar de este tipo de estímulos.
Consejo fundamental: empieza por lo básico

Cuando converso con personas interesadas en iniciarse en este tipo de prácticas, siempre les digo que se debe comenzar de menos a más; es decir, no podemos correr antes de gatear y de caminar, ¿cierto? Si eres principiante, no explores el selfbondage con prácticas complicadas o avanzadas. Por ejemplo, la auto-asfixia erótica es una actividad de riesgo incluso para los más conocedores. Para un neófito es mejor no incurrir en la obstrucción de las vías respiratorias.
Entonces, ¿con qué puedes empezar? Yo te recomiendo unas esposas. Existen opciones de este juguete que tienen un mecanismo de seguridad para liberarse, en caso de que extravíes la llave o simplemente no logres quitártelas de la manera tradicional. De todos modos, recuerda familiarizarte bien con el mecanismo antes de iniciar la experiencia.
Eventualmente, cuando tengas más experiencia y te sientas más cómodo, puedes ir incluyendo otros accesorios y profundizar en tu práctica de selfbondage. Las cuerdas, las ataduras de cuero y las vendas para los ojos pueden ser una buena opción. Tómate tu tiempo para conocer qué te gusta y cómo te gusta, pero siempre desde la prudencia: empieza por lo básico.
Si la autoesclvitud es lo que me queda al no tener, am@, pero nada mas divertido que estar atado sin poder liberarme, y esperar a que mi dueñ@ lo haga