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Fantasías sexuales: relación con la salud y el bienestar sexual

Foto del escritor: Gabriela  GonzálezGabriela González

Actualizado: 7 sept 2023


Las fantasías forman parte de la sexualidad humana. Son completamente naturales.

De acuerdo con la RAE, una fantasía se puede definir como un “grado superior de la imaginación; la imaginación en cuanto inventa o produce”. Dentro de ese complejo mundo imaginario que habita en cada uno de nosotros, las fantasías sexuales ocupan un porcentaje formidable: según la encuesta del Proyecto Tabú*, un 95% de las personas encuestadas asegura tener pensamientos placenteros de contenido sexual.


A pesar de lo común de este fenómeno, la información referente al tema aún resulta escasa, pues el tabú y los prejuicios todavía influyen en los intereses de la comunidad académica, castrando posibles estudios. Curiosamente, la Organización Mundial de la Salud reconoce que las fantasías forman parte de la sexualidad humana y que, además, están vinculadas de manera profunda con el bienestar sexual.


De hecho, la ausencia o disminución de pensamientos eróticos se toma como un posible indicador de TDSH (trastorno del deseo sexual hipoactivo) en hombres y trastorno de interés o excitación sexual en la mujer*. Entonces, pese a toda la desinformación y a la inminente complejidad que supone el tema, podemos estar de acuerdo con que las fantasías son necesarias, pues forman parte de tener una vida sexual integral, sobre todo si entendemos la salud sexual como “la capacidad de una persona para disfrutar y expresar su sexualidad”*


Pero, ¿Qué es una fantasía sexual?

Un 95% de las personas asegura tener pensamientos placenteros sobre sexo.

Ahora bien, para los investigadores ha resultado retador encontrar una definición concisa para el término “fantasía sexual”, pues el fenómeno varía según la percepción de cada individuo: algunos lo definen como una historia elaborada, otros lo describen, más bien, como imágenes desorganizadas y escenarios caóticos; algunos las tienen durante un encuentro sexual o un momento autoerótico, mientras que otros no necesitan ningún tipo de contacto “genital” para experimentar la fantasía; esta puede darse durante el trabajo, de camino a casa, durante una conversación…


La falta de consenso hace que se prescinda de una definición y que, en palabras de la autora Nieves Moyano, durante un estudio nos limitemos simplemente a preguntar cuestiones como “¿con qué frecuencia tiene fantasías o pensamientos sobre sexo?”


Sea como sea, lo que sí es cierto es que estos pensamientos forman parte de la naturaleza del ser humano y, si nos acercamos a ellos con la mente abierta, es probable que podamos entenderlos sin juzgarlos. Incluso nos pueden servir para conocernos mejor a nosotros mismos.


Fantasía vs realidad: llevarlo a la vida real o no

Las fantasías sexuales sirven para conocernos mejor a nosotros mismos.

Al hablar sobre fantasías sexuales, la mayoría de las personas está de acuerdo con que existen algunas que son posibles de llevar a cabo en la realidad y otras no. Para poder vivir nuestra sexualidad a plenitud, debemos saber diferenciar entre aquello que podemos recrear en la vida real y aquello que, por sensatez y seguridad, es mejor dejarlo en nuestra imaginación (es decir, para nuestro disfrute individual, personal).


El problema es que muchas personas, especialmente mujeres, no se permiten cumplir sus fantasías por pudor o culpa, sobre todo si tales escenarios requieren de una transgresión (es decir, realizar algo que se sale de la norma, de lo comúnmente aceptado). Esto puede llevar, en algunos casos, a una profunda insatisfacción y a una vida sexual monótona, especialmente en pareja.


Por ello, los expertos invitan a las personas a cumplir sus fantasías, siempre y cuando se mantengan dentro de lo sano, seguro y consensuado. Existen experiencias que podemos probar en solitario, en pareja o en grupos; también podemos incluir juguetes, accesorios, lencería… Incluso es posible recrear escenarios.


Lo importante es aceptar que las fantasías sexuales forman parte de la compleja naturaleza humana. Además, están estrechamente vinculadas al bienestar sexual. Debemos permitirnos explorar diferentes juegos, fetiches y escenarios, pero manteniéndonos dentro de los límites de la sensatez. Es posible vivir una sexualidad sana si nos informamos adecuadamente y abrimos nuestros horizontes.




Referencias


* Burgos, G. (2011) Proyecto tabú: Todas nuestras fantasías sexuales al descubierto.


* Moyano, N. Sierra, J. (2014) Fantasías y pensamientos sexuales: revisión conceptual y relación con la salud sexual. Recuperado de: https://www.redalyc.org/


 
 
 

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